Con los brazos abiertos
te espera Dios en el cielo
por ser un hijo perfecto
en belleza espiritual
siendo siempre tan humano
con el prójimo un hermano
con la Caridad segura
ayudando con ternura
a cuantos necesitaban
sin ínterés y dulzura
La vida supiste bien
defendiéndote del mal
que quería acabarte
pero Dios te protegía
hasta que puso su mano
diciendo basta mi hijo ya basta
mucho que ya has sufrido
con tanta angustia y pena
ven a mi con paz serena
a residir en mi Hogar.
Salomé, Julio 20 - 1988
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