En los albores de su vejez,
Las canas blancas son relucientes,
Las arrugas de su tez,
le dan el marco a su mirada
aunque con expresión cansada,
el brillo de sus ojos claros
como la luna
iluminan todo el ambiente
como lámparas candentes
No por éso luce vieja
si la vemos con fijeza
su espíritu no ceja
en actividd y atenciones
a sus hijos con nobleza
Observa con gran Amor
que en la vida fué feliz
con su familia creada
y que pronto llegará
al final de su jornada.
Salomé, 1995
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